Aquella señora de Cua
Así que hoy a las 5pm (hora crítica y de apertura del servicio) este fiel servidor fue de nuevo a la Estación "Libertador Simon Bolívar" del Instituto Autónomo de Ferrocalrriles del Estado (IAFE).
Como introducción les puedo decir: las cosas hoy fueron muy distintas =D.
Esta vez estuve en el doble andén de la estación El Valle a eso de las 5:10pm, el ambiente seguía tan festivo como el primer día. La gente hablaba entre sí y yo no fui la excepción.
Una señora (cuya cara creo que jamás olvidaré) se me acercó preguntándome dónde agarraba el tren para llegar a la estación de trenes que la llevaría a los Valles del Tuy.
Era una mujer de unos 60 años, sin buen vocabularío ni buena dicción, pero sí con bastante buen ánimo.
Yo le indico que es ahí mismo donde estábamos parados y así se da pie para una larga conversación.
"¿Como en cuánto tiempo viene este metro?", me pregunta la señora. Yo le explico que como máximo 20 minutos.
"Es muy complicado, uno tiene que hacer tres transbordos -dice la mujer entre una sonrisa apenada y disimulada- y como uno no está acostumbrado". Yo le explico que eso es por ahora, que mas adelante el mismo tren la llevará desde Plaza Venezuela hasta La Rinconada. Ella se alegra.
Por allá comenta una señora que el Terminal de Nuevo Circo está vacio.
Llega el tren. Primera mejora: en el andén de El Valle hay funcionarios del metro dando recomendaciones a la gente: "Con orden, con orden" "Dejen salir" "No es necesario empujar para entrar".
Durante el recorrido de 10min la señora me cuenta que es de Cua. Le comento que me habían dicho que el servicio no llegaba hasta allá. "¿Cómo que no? -me dice- el presidente lo inauguró todo! ese hombre sí le metío pecho a ese tren!".
Yo por mi parte le cuento que mi papá y mi familia son de allá, y que él está también muy emocionado por venir a usarlo. "Cuando quieran ir a Cua se toman un cafesito por mi casa", me dijo.
"Cua ya parece una ciudad, sabes que los Valles del Tuy es como una sola ciudad pero separada. Ya allá no es como antes, ahora ves centros comerciales, parques, puedes ir a internet (refiriéndose a los cibercafés) y montaron un parque que hasta la gente de Charallave va para allá a llevar a los niños, eso es grandísimo. Lo que pasa es que eso ahora es muy inseguro, yo vivo allá hace 20 años y antes no era así. Ahora por mi casa que era tranquilo, te desvalijan el carro. La inseguridad está en todos lados".
Esta señora era bastante conversadora, y yo maravillado -sí, maravillado- la escuchaba.
"Por allá hay dos módulos. Uno de médicos cubanos y uno de médicos venezolanos. Estan bien bonitos y cuidados, tienen sus maticas. Sabes, la presencia."
Me cuenta que días antes de la inauguración, unos saboteadores en Cua cortaron las guayas (refiriéndose a las catenarias).
Me cuenta que es primera vez que agarra el tren con sentido Caracas-Tuy y -aunque el recorrido sea el mismo, pero inverso- por eso anda desorientada. "Esta mañana estaba en la estación de Cua como a las 8:10, a las 9:30 agarré el tren. Agarré fue el segundo [tren], me ofrecieron un puesto preferencial por ser de tercera edad, pero yo no soy lan vieja así! yo puedo estar parada!" dijo entre risas.
"Antes, si querías estar en Caracas a las 8am tenías que estar en el terminal a las 4am, osea que tenías que salir de tu casa a eso de las 3.30am, uno no dormía."
La señora hablaba en un pasado que daba la sensación de estar muy lejos...
"Y si había un accidente en la autopista -mientras ponía una cara de frustación y desespero- no llegabas. Una vez hace años, yo tengo carro -agrega- me tuve que meter por las Filas de Mariche porque hubo un accidente en tazón, salí por Santa Lucía, Santa Teresa y llegue a mi casa a las 3am". ¿A que hora salío? le pregunto. "Como a las 9pm", me responde.
"Esto es un gran cambio, hay gente que hasta ha llorado de la emoción."
Llegamos a la estación La Rinconada. Segunda mejora: Al salir del tren escucho por los parlantes: "Se le agradece a los señores usuarios que por susguridad deben abstenerse de correr en la estación, por favor no corra en la estación!" Lo repetían una y otra vez, "No corra en la estación". La gente obedecía y no corría. Simple: no estaban acostumbrados a usar el M, necesitaban de directrices.
Tercera mejora: todas las escaleras mecánicas van subiendo. La señora me pregunta: "¿Vas a subir por ahí o vas a agarrar las mecánicas?" (como si fuese una decisión que se debe de meditar), yo me medio rio y le digo que si quiere subir por las mecánicas, puesto que lo hacía mucha gente, yo lo haría con ella .
Subimos a la mezzanina y cuarta mejora: de doce (12) torniquetes, 10 estaban habilitados para la salidad. La gente de hecho se organiza en columnas para pasar a través.
La mujer se sorprende por la cantidad de gente. Alguien desde una oficina en lo alto de la pared del fondo de la estación, toma fotos.
"¿Y ahora a donde voy?". Yo le digo: ¿Ud ve ese aviso que dice "Poliedro" y tiene el logo del IAFE? Mire, por ahí a la derecha está la estación, ahí se ve!. "Ah sí! ya recuerdo!".
Pasamos los torniquetes y quinta mejora: hay una especie de pasillo de unos 5m de ancho, demarcado por cintas de precaución para que por ahí se dirija el flujo de gente. Atraviesa la plaza y entra directamente a la estación del IAFE. En la puerta de la estación del M hay varios funcionarios, dejan a pasar a la gente por lotes. Primero un lote, luego otro, y así. Todo tiene mucho orden. La gente camina ordenadamente, nadie pita, nadie grita, nadie corre.
Es nuestro turno, mi nueva amiga me pregunta que cuándo pienso devolverme; yo le digo que la acompaño hasta donde pueda. Atravesamos la plaza. "El piso está resbaloso, caminen despacio y con precaución" advierte un funcionario del M que va delante de nostros dirigiéndonos.
Entramos a la estación del IAFE (al fin lo hice!!!) veo las máquinas expendedoras, los "torniquetes" (que acá son compuertas) la señalizaación metálica y los pisos de porcelanato. Habían 4 filas, todas avanzaban ordenadamente, la gente estaba ansiosa pero calmada. El panorama era completamente distinto al de el lunes. "¡Que belleza!" dije yo; "¡así mismito está la estación de Cua!, ¡una belleza!" dijo emocionada aquella señora .
Belkis, se llama, me dio su número de teléfono y yo le di el mio. La acompañe hasta donde pude, y ella me lo agradeció mucho. Les aseguro que no la olvidaré. Por mal vocabulario que tuviese, por ignorante o inculta que fuese, aquella señora era un amor de mujer.
Es graduada de Bachiller Integral en una misión. Estaba muy orgullosa por ello. Me transmitió ese sentimiento de ser una persona que poco a poco se supera. Me transmitió el sentimiento de que aquel tren era para todos ellos como una meta cumplida. Algo que se les hacía defícil creer que era verdad.
Y una vez más sentí orgullo por mi país.